A lo largo de la infancia, las personas aprendemos principalmente a través de la observación del adulto que tenemos como referencia. Si éste es capaz de gestionar sus propias emociones de forma efectiva, sus hijos aprenderán a hacerlo por imitación.
Si tendemos a abrumarnos con nuestras emociones y desbordarnos, nuestros hijos tendrán mayores dificultades para gestionarse emocionalmente. Además, nuestras reacciones emocionales excesivas puedan dañar la relación. Mantener la calma y responder de manera constructiva creará una relación más sana y equilibrada en la que prime la confianza
La capacidad de gestionar nuestras emociones también nos permite comunicarnos de manera efectiva con nuestros hijos. Si somos capaces de mantener la calma, expresar nuestros sentimientos con honestidad y pedir lo que necesitamos, podemos ayudar a nuestros hijos a comprender sus propias emociones, comunicarse con los demás de manera asertiva, así como a desarrollar habilidades sociales saludables.
En resumen, la gestión de nuestras propias emociones es esencial para tener una buena relación con nuestros hijos y es esencial para su desarrollo emocional, social y cognitivo. Existen muchísimas razones por las que es importante, aquí te dejo algunas otras:
- Desarrollo emocional: Si aprenden a poner nombre y expresar emociones (agradables o desagradables) desarrollarán habilidades que les ayudarán a conocer sus propias necesidades.
- Mejora de la autoestima: los niños y adolescentes con un buen autoconocimiento, que son capaces de identificar y exteriorizar sus sentimientos, son más propensos a sentirse seguros de sus capacidades y tener una imagen positiva de sí mismos. Escucharles sin juzgar es esencial para que se formen una imagen adecuada de sí mismos
- Habilidades de socialización: Expresar las emociones propias y comprender las de los demás (empatizar), favorece las relaciones saludables con familia, amigos y compañeros.
- Aprendizaje y rendimiento: El aprendizaje está absolutamente ligado a la emoción. Si existen problemas emocionales, es muy difícil concentrarse, aprender y memorizar. En definitiva, el rendimiento académico está relacionado con la gestión emocional.
Merece la pena trabajar nuestras propias habilidades en cuanto a gestión emocional y poner el foco en nosotros mismos para enseñar a los hijos a gestionar sus emociones. Conocer nuestras necesidades y sentimientos para ser buen modelo para ellos, ayudarles a forjar una buena autoestima, escucharles desde el respeto, desarrollar habilidades sociales saludables y gestionar las emociones, repercutirá tanto en su salud mental como en sus resultados a nivel académico.
Si bien es cierto, en multitud de ocasiones, los padres estamos «perdidos» en cuanto a conocer cómo actuar frente a los hijos y además estamos abrumados por el día a día, el estrés, problemas personales o laborales, sobrecarga y una gran auto exigencia que nos permite sostener todo lo que requiere la vida en la actualidad.
Si sientes que necesitas apoyo, pide ayuda a amigos o familiares para disminuir un poco la carga. Si aún así, sientes que estás superada/o, solicita ayuda profesional, un pequeño paso en este sentido, puede marcar un antes y un después en cuanto a tu propio desarrollo personal y en cuanto a tus relaciones con los demás, incluidos tus hijos.